Hace unas semanas en el artículo Creerte más listo que Harry Browne puede salirte caro. compartía con vosotros unas simulaciones en las que comparábamos los resultados obtenidos por Carteras Permanentes de distintos países en su moneda local. El objetivo era evaluar las ventajas e inconvenientes de distintos enfoques de diseño de estas, centrándonos en la eterna duda acerca de la conveniencia o no de incluir cierta diversificación geográfica en una cartera permanente.
La simulación se realizaba utilizando portfoliocharts, una popular herramienta, gratuita y muy visual. Aunque es una herramienta excelente para hacer simulaciones rápidas no está exenta de limitaciones, como ya detallaba Brownehead en el artículo del blog Cartera Parmanente.es que daba inicio a estos análisis.
En este artículo vamos a seguir la misma idea y patrón, pero esta vez vamos a estudiar algo diferente.
Cartera Permanente como pieza de una estrategia mayor
Durante el tiempo que lleva Kronos en el mercado he observado que si bien la Cartera Permanente está diseñada como una estrategia de gestión patrimonial todo en uno y, desde mi punto de vista, un inversor podría perfectamente invertir todo su patrimonio en un fondo que replique la estrategia o gestionar la suya y dormir tranquilo, la realidad es que la mayoría de inversores terminan usando la Cartera Permanente como una pieza más de su cartera.
Esta misma mayoría centra además sus esfuerzos de selección en el diseño de su exposición a renta variable, donde para gustos colores. Pareciera que cada inversor tiene su estilo favorito; desde el indexado al mundo hasta el value cualitativo, pasando por temáticas, sesgos geográficos, factores, dividendos, y un largo etcétera.
Sin entrar en detalles, desde la perspectiva de nuestra filosofía de inversión centrada en la diversificación estructural -buscar protección frente a todo tipo de escenarios económicos-, no puedo evitar ver aquí más que exposición a escenarios de crecimiento económico.
Aquellos que apuestan únicamente por renta variable en sus carteras están haciendo implícitamente una apuesta por un futuro donde los escenarios de crecimiento dominarán.
Siguiendo la filosofía de la escuela Bogle, o incluso de Graham, quienes se consideran más equilibrados tienden a combinar en sus carteras la renta variable con renta fija. De nuevo quienes estudiamos el diseño de carteras desde la perspectiva de la diversificación estructural entendemos que la típica cartera más o menos diversificada de renta variable y renta fija, si bien se ha comportado muy bien durante los últimos 40 años, es también una apuesta implícita por que en el futuro seguiremos teniendo crecimiento e inflación moderada ad eternum.
Ni yo ni nadie tenemos ni idea de que ocurrirá en el futuro, pero obviar algunos escenarios económicos por el hecho de los inversores que estamos ahora en activo no los hayamos vivido en carne y hueso nos da una visión un tanto miope sobre la inversión.
Comparativa
En la siguiente simulación vamos a estudiar los resultados reales (descontada la inflación local) que hubieran tenido inversores de diferentes países que hubieran invertido las siguientes carteras desde 1970:
Acciones locales
Acciones global
Cartera Bogle 60/40 compuesta por acciones globales y renta fija mixta local.
Cartera Bogle Browne compuesta por 50/50 entre RV Global y una CP Local
Cartera Permanente Local
En particular vamos a estudiar el caso de inversores de Australia, Canadá, Suecia, Suiza, Reino Unido, Alemania, Japón, Estados Unidos y, como extra, Europa en general, pero desde el punto de vista de un inversor español. Quitando el último caso se trata siempre de países con mercados desarrollados y banco central propio (premisa para que la Cartera Permanente tenga sentido).
La Cartera Bogle-Browne es un invento de la casa a medida de este experimento. La premisa es que al combinar las ideas de ambos deberíamos obtener una cartera de perfil equilibrado que seguirá teniendo un sesgo hacia escenarios de crecimiento (optimista como Bogle) pero que no dejará de cubrir nuestras espaldas con una combinación de renta fija de largo plazo, efectivo y oro como diversificadores en caso de que las cosas no salgan como queremos (defensivo como Browne).
El reparto 50/50 entre RV Global y una Cartera Permanente Local permite que el peso de acciones de la cartera se aproxime a un 60% y sea por tanto comparable con la cartera 60/40 Bogle. La Cartera Bogle-Browne se puede adaptar fácilmente a distintos niveles de exposición a renta variable variando estos porcentajes.
La idea es por tanto ver si la Cartera Permanente puede ser utilizada en conjunto con la renta variable para ofrecer mejor diversificación que la obtenida mediante una combinación de renta fija. O lo que es lo mismo, ver si tendría sentido que un inversor centrado en la renta variable puede escoger su exposición favorita y utilizar la CP como diversificador de esta.
Gracias a que la herramienta portfoliocharts incluye datos de los años 70 (el último gran periodo inflacionario para muchas geografías y por tanto desfavorecedor tanto para acciones como bonos) repararemos también en los ya olvidados resultados que pueden obtener carteras sin diversificación estructural en caso de que volviéramos a sufrir un periodo similar.
Veamos los resultados:
Resultados
Lo más llamativo del experimento es sin duda que la Cartera Bogle Browne supera en todos los casos a la Cartera Bogle 60/40.
En ocho de nueve casos la rentabilidad media es superior (en el Alemán es igual). En todos la volatilidad es menor, la peor pérdida registrada es menos profunda y su efecto es menos duradero. Como consecuencia el índice Ulcer (que mide precisamente la combinación entre dureza y duración de estos periodos bajo el agua) es sensiblemente menor para la Cartera Bogle Browne, lo que indica resultados más robustos y un camino de inversión más apacible.
Veamos otros detalles que resultan interesantes:
Carteras 100% RV local/global
Como era de esperar las carteras de renta variable obtuvieron a lo largo de cincuenta años dominados por escenarios de crecimiento una rentabilidad superior. Eso si, las nueve geografías registraron pérdidas reales que rondaban o superaban el 50% para sus carteras de renta variable local o global, con periodos de recuperación de entre 10 y 15 años, más cerca de lo segundo en su mayoría.
Un inversor español indexado al mundo que hubiera comenzado a invertir a comienzos de los 70 o los 00 hubiera tardado 14 años en ambos casos en volver al punto de inicio.
Como vimos en el anterior artículo la renta variable Sueca obtuvo la mayor rentabilidad mientras que la japonesa fue la peor. El inversor japonés hubiera tardado 18 años en recuperarse de su peor periodo si hubiera invertido en RV global pero más de 35 años en términos reales si hubiera invertido como inversor local.
En la mayoría de geografías al invertir en renta variable global en vez de en local el perfil rentabilidad/volatilidad mejora ligeramente, aunque algunas geografías empeoran su rentabilidad total.
Como comentábamos en nuestro anterior experimento la RV global nos protege de un posible desastre local, y tiene mucho sentido, pero no hace milagros.
Carteras Bogle 60/40
Como era de esperar al reducir la exposición a renta variable e introducir renta fija local reducimos la rentabilidad media de la cartera, pero también su volatilidad. Las Carteras 60/40 obtuvieron en promedio una rentabilidad media anual un 20% inferior a la de las Carteras de RV global, sin embargo su volatilidad, también en promedio, se reducía un 35%.
Lo que seguramente sorprenda a muchos inversores es ver que las Carteras Bogle 60/40 equilibradas registran en promedio pérdidas máximas de un -40% y periodos de recuperación de 14 años.
Como adelantábamos antes lo que ocurre es que esta simulación recoge el olvidado periodo inflacionario de los años 70, mientras que la mayoría de investigación financiera publicada comienza en los 80 e incluso en los 90.
La excusa para esto es que los datos más recientes son más completos y por tanto podemos hacer simulaciones más precisas con más tipos de activos y sub activos. La realidad, en mi opinión, es que la mayoría de asignaciones de activos propuestas por la industria se reducen a La Cartera Más o Menos Diversificada de Renta Variable y Renta Fija TM y que esta queda muy mal en la foto si incorporamos este periodo.
Sea por a por b lo que queda claro es que, como era de esperar, una cartera sin diversificación estructural que no está diseñada para sobrevivir a todos los escenarios económicos sufrirá cuando no le toque jugar en su pista favorita. En este caso una cartera 60/40 clásica tiene las de perder si no hay crecimiento e inflación moderada (es decir si sufrimos recesiones que se convierten en depresiones o periodos inflacionarios).
La Cartera Permanente
No vamos a entretenernos demasiado en hablar sobre la Cartera Permanente de Browne en este artículo. Los resultados hablan por sí solos y ya los analizamos en detalle en el artículo dedicado íntegramente a su diseño.
La Cartera Permanente ofrece una rentabilidad satisfactoria, mayor constancia de resultados y una cuarta parte del riesgo medido a través del índice Ulcer. Nada que no sepamos ya: seguridad, estabilidad, rentabilidad, en ese orden.
El contra análisis: Un periodo excelente.
Es importante recalcar que aun incorporando los años 70 en el estudio los últimos cincuenta años suponen un periodo claramente dominado por escenarios de crecimiento. En términos de historia financiera las últimas cuatro décadas son el mayor periodo de aumento de precio de activos jamás registrado.
De hecho, el 91% de la rentabilidad ofrecida por la clásica cartera Bogle 60/40 americana durante los últimos 90 años se concentra entre los años 1984 y 2007. El 94% de los retornos de la renta variable americana y el 76% de los de sus bonos coincide con esa época siendo la rentabilidad de las acciones en este periodo es más del doble de la obtenida en la época post segunda guerra mundial (el anterior ciclo de crecimiento secular).
¿Qué esperar de un periodo no tan bueno? Como decíamos, este periodo de 50 años supone un escenario excelente para la inversión en general al estar copado por crecimiento. Sin embargo, una de las geografías estudiadas, la japonesa, nos presenta un caso de estancamiento y fuerte volatilidad a lo largo de varias décadas.
Realicemos un pequeño análisis en más profundidad de este caso por si este ejercicio nos puede dar alguna pista acerca de que podríamos esperar de un entorno donde la economía global y no solo la de una zona geográfica pasara por este tipo de estragos.
Desde 1970 hemos vivido 41 periodos de 10 años. Para cada una de las carteras Japonesas (esta vez todas las versiones usan solamente renta variable local) veamos las rentabilidades anualizadas en periodos de 10 años por tramos:
R.Media de diferentes Carteras con Acciones Japonesas a 10 años por tramos.
En el mismo periodo hemos vivido 31 periodos de 20 años. Veamos los resultados del mismo experimento:
R.Media de diferentes Carteras con Acciones Japonesas a 20 años por tramos.
Como se observa, aunque la cartera compuesta únicamente por acciones tiene el mayor número de periodos de diez años con rentabilidades excelentes superiores al 9%, su superioridad a lo largo de todos los periodos es más que discutible. Recordemos que la volatilidad de la RV Japonesa fue de aproximadamente el doble que la de las carteras equilibradas y el triple que la de la Cartera Permanente.
Los 70 fueron menos inflacionarios en Japón que en otras economías y Las carteras 60/40 y Bogle-Browne obtienen resultados similares para el periodo.
De nuevo la CP asegura el tiro (no olvidemos que se trata de una CP pura japonesa, sin acciones globales).
Moraleja final y conclusiones
Una crítica que recibo mucho últimamente es que me centro en exceso en los peores escenarios posibles. Estudiar que nos podría ocurrir en escenarios negativos no tiene como objetivo desalentarnos ni quiere decir que seamos pesimistas.
No se trata de estar asustado; se trata de estar preparado.
No hay problema con ser optimista y querer asumir algo más de riesgo, al final cada uno tiene sus objetivos, situación particular, y estómago. Al mismo tiempo la solución para escenarios de decadencia secular es evidente una vez se estudia la historia financiera:
La manera de protegerse pase lo que pase es sencillamente combinar activos y/o estrategias que funcionan en diferentes escenarios económicos y darles un peso importante en tu asignación de activos.
Es decir, la solución es la diversificación estructural.
Quienes quieran sobre ponderar la renta variable en su cartera quizá encuentren en una cartera permanente una manera simple y efectiva de cubrirse las espaldas inspirándose en el diseño y resultados de nuestras carteras Bogle-Browne alternativa a combinar solo renta variable y renta fija..
Para el inversor en fondos de inversión la manera más simple de hacer esto es combinar un fondo como Kronos que replique la Cartera Permante con su exposición a renta variable. Como hemos visto un 50% RV + 50% CP supone una exposición a renta variable de alrededor del 60%.
Por otro lado, quienes inviertan en una Cartera Permanente y busquen algo más de ‘punch’ quizá solo necesiten sesgar por fuera su Cartera Permanente con un poco más de renta variable en vez de tratar de modificar por dentro algo que sabemos que funciona arriesgándonos a desequilibrarlo. (Por si no se nota cada vez soy más partidario de una CP plain vainilla)
Finalmente, solo tu eres responsable de sus propias decisiones de inversión. Espero que este artículo te haya resultado interesante y hayas sacado alguna idea para tu cartera.
¡Suerte con tus decisiones!
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¡Gracias por tu tiempo!
Saludos,
Rafa
Barcelona, Octubre de 2020.
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