El oro no es una materia prima ni una apuesta táctica: es dinero real. En un sistema basado en promesas y deuda, representa el único activo que liquida sin depender de nadie. En una cartera todo terreno, su función no es rendir, sino sostener. Cuando la confianza se erosiona y los mercados fallan, el oro recuerda por qué sigue siendo la reserva de valor más pura que existe.

Durante décadas, la cartera 60/40 fue el estándar de equilibrio entre riesgo y rentabilidad. Pero los motores que la impulsaron ya no soplan igual. Hoy, la verdadera fortaleza no está en predecir, sino en diseñar estructuras que sobrevivan: carteras todo terreno capaces de adaptarse a cualquier escenario económico.

El carry no está roto, y se está adaptando. En un mundo incierto, acumula energía, rota hacia nuevas oportunidades y recompensa a quien soporta la incomodidad.