Continuamos con la serie de artículos sobre Diversificación Estructural.
En el primer capítulo estudiamos que aunque el mundo es un lugar incierto e impredecible los escenarios económicos posibles están acotados. Tendremos inflación, deflación, crecimiento o recesión.
En el segundo estudiamos estos escenarios en detalle, y aprendimos que existen una serie de inversiones que tenderán a verse estructuralmente favorecidas en cada uno de estos escenarios económicos.
En el tercero vimos cuales eran estas relaciones estructurales para periodos de prosperidad e inflación.
Hoy les toca la hora a los periodos de deflación y recesión.
Invertir durante escenarios de deflación.
La deflación es lo contrario de la inflación. Precios que bajan. La deflación es mala para las acciones porque esto reduce las ventas y capital disponible para las empresas. Dejan de ser rentables.
Durante una deflación el oro también suele sufrir ya que el precio de la energía debería también de descender. Sin embargo, esto dependerá bastante de si esto se combina con crecimiento o recesión.
La deflación es estructuralmente buena para el efectivo ya que te permite comprar más con lo mismo. Sin embargo, no lo convierte en un gran ganador.
Durante las deflaciones son los bonos los que se ven muy favorecidos ya que como hemos visto en artículos anteriores los tipos tienden a bajar. Los bonos que mejor comportamiento tendrán serán aquellos que proporcionen el mayor vencimiento posible y tengan a su vez las menores probabilidades de impago. No olvidemos que la deflación puede ir acompañada de una recesión (de la que hablaremos enseguida) donde frecuentemente observamos huidas hacia activos de calidad.
Una deflación es estructuralmente favorable para bonos, mala para acciones y oro y positiva para el efectivo, pero sin pasarse.
Invertir durante periodos de recesión.
Si bien dependiendo de si una recesión es deflacionaria o inflacionaria hay activos que podrían funcionar durante una recesión, ningún activo se ve realmente favorecido directamente por una recesión. No puedes contar con nada durante una.
Sea cual sea tu portfolio, es probable que sufra durante una recesión. Pero no todo son malas noticias. Como nos explicaba Harry Browne, el ideólogo de la Cartera Permanente, las recesiones son inherentemente auto limitantes.
Como hemos explicado antes las recesiones son periodos donde escasea el dinero. La gente no tiene tanto dinero como esperaba tener. Los cinturones se aprietan, el gasto se reduce, las personas tratan de vender cosas para generar la liquidez que les falta (la que esperaban tener y no llegó).
Una de dos cosas va a ocurrir que harán que la recesión (entendida como un periodo de escasez de dinero) sea corta:
O los bancos centrales inyectan liquidez hasta el nivel que consideran “normal” y por tanto esta se termina.
O Los bancos centrales no inyectan liquidez, y al tiempo la gente se acostumbre al nuevo nivel de dinero en circulación.
Cuando la población se acostumbra a los efectos de la nueva cantidad de dinero en movimiento se dan cuenta de que esto es la nueva normalidad, y retoman sus vidas.
Al retomar sus vidas retoman el consumo, y esto despierta la inversión. Las empresas que sobreviven se percatan de esta nueva realidad, y hacen los ajustes que tienen que hacer para sobrevivir en este nuevo escenario.
Y por eso las recesiones no suelen durar más de un año y medio, a veces ni siquiera duran un año; son auto limitantes. Ahora bien, que la recesión sea auto limitante no quiere decir que tras la recesión todo vuelva a los niveles anteriores a esta.
Así que estos son los escenarios económicos y, en relación con ellos, los tipos de inversiones que terminan funcionando bien y mal en cada uno de ellos.
Resumiendo...
Las acciones se revalorizan durante periodos de crecimiento económico, sufren cuando hay inflación, durante recesiones y deflación, pero a largo plazo serán el mayor generador de rentabilidad de la cartera.
Los bonos de largo plazo y máxima calidad crediticia se ven favorecidos del crecimiento económico, pero su mayor aporte vendrá en periodos de recesión deflacionaria con las caídas de tipos de interés, haciéndolo peor mientras haya inflación.
El oro reacciona ante las subidas de tipos de interés reales, y su precio se dispara cuando también lo hace la inflación. Puede protegernos en recesiones, aunque tenderá a obtener malos resultados durante periodos de prosperidad o deflación.
El efectivo sirve de pólvora seca y será de máxima utilidad cuando el dinero escasea. Dará algo de rentabilidad cuando los tipos de interés suben, se revalorizará en términos reales con deflación, será neutral cuando haya fuerte crecimiento económico, y se devaluará con inflación.
Conocemos los posibles escenarios que nos depara el futuro y el tipo de inversiones que se verán favorecidos en cada uno de ellos. La diversificación estructural nos invita a tener esto en cuenta a la hora de diseñar nuestras estrategias de inversión.
En el próximo artículo veremos como los mantras de inversión modernos ignoran en su mayoría esta propuesta.
¡Gracias por tu tiempo!
Rafa
Valencia, Octubre de 2020.
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