En su libro More Than You Know Michael Mauboussin analiza la relación entre proceso y resultado en el contexto de la inversión. Mauboussin escribe que los inversores suelen cometer el error de suponer que los buenos resultados son fruto de buenos procesos, y que los malos resultados implican malos procesos. Sin embargo, no siempre es así.
De hecho, hay cuatro posibles resultados de las decisiones de inversión, como se ilustra en el siguiente marco:
| Buen Resultado | Mal Resultado |
Buen Proceso | Éxito Merecido | Mala Racha |
Mal Proceso | Suerte | Justicia Poética |
Para ilustrar estos conceptos, consideremos las experiencias de tres inversores: Rubén, Tomás y David. Rubén es un asesor financiero de éxito que se enorgullece de su proceso de inversión minucioso y bien documentado. Tomás es uno de sus clientes, y David es un colega de ambos con un enfoque más temerario.
La principal estrategia implementada por Rubén es una cartera equilibrada que combina diferentes activos y estrategias. Se trata pues de una estrategia defensiva, con el objetivo de ser capaz de capear todo tipo de escenarios económicos y permitir a sus inversores participar en los mercados financieros asumiendo menores riesgos.
Tras estudiar su situación Rubén recomienda implementar esta estrategia a Tomás, que decide seguir sus consejos.
Al principio, la cartera parece funcionar bien, con rendimientos constantes y una volatilidad controlada. Sin embargo, una repentina caída provocada por una crisis de liquidez hace que el valor de la cartera disminuya considerablemente.
Tomás, que es nuevo en esto de la inversión, está preocupado y quiere vender. Se plantea si toda esta teoría económica que Rubén le explicó no estará mal, o si habrá dejado de funcionar en mercados modernos como los actuales, a la luz de los resultados que está observando. Rubén por el contrario está bastante tranquilo. No es que le fascine que su cartera caiga, tampoco nos engañemos, pero anima a Tomás a aguantar y capear el temporal. Rubén tiene claro que el proceso es sólido y confía en que se trata sólo de una mala racha. Sabe que estas crisis pasaron antes y volverán a pasar y está seguro de que la cartera se recuperará a largo plazo como ya hizo otras veces.
Al cabo de unos meses el mercado empieza a recuperarse y el valor de la cartera vuelve a subir. El periodo bajo el agua de la cartera parece ahora poca cosa, pero en vivo se hizo eterno. Tomás se siente aliviado y se alegra de no haber vendido. Agradece a Rubén su orientación y se da cuenta de que había estado tentado de tomar decisiones precipitadas basadas en el rendimiento a demasiado corto plazo de sus inversiones. Toma nota para el futuro. Al final el buen proceso y la perspectiva a largo plazo de Rubén le ayudaron a evitar cometer un error costoso. En este ejemplo un buen proceso da lugar a un buen resultado; éxito merecido.
David, por el contrario, siempre está buscando formas de pegar un buen pelotazo, y está dispuesto a asumir riesgos sin investigar ni considerar demasiado las posibles consecuencias. A pesar de ello, consigue tener un golpe de suerte cuando una de sus azarosas inversiones en una pequeña empresa tecnológica de nueva creación despega inesperadamente.
Sus amigos y conocidos están encantados y aunque algunos de ellos consideran a David un genio de los mercados Rubén y Tomás no lo tienen tan claro.
Rubén sabe que el éxito cosechado por David se debe más a un golpe de suerte que a una habilidad o pericia especial. Está convencido de que su temerario enfoque de la inversión no es sostenible y que es sólo cuestión de tiempo que le ocurra un desenlace de justicia poética. Trata sin éxito de convencer a David de que aproveche este golpe de suerte para, por lo menos parcialmente, construir una posición más conservadora o patrimonialista con las ganancias obtenidas. Si acaso, recomienda a David que solo continue tomando posiciones especulativas con una parte reducida de su capital.
David le dice a Rubén que el problema es que no tienen el mismo perfil de riesgo, Rubén es demasiado conservador y él no lo es, por lo que sus consejos no le sirven. Rubén le contesta que aun siendo agresivo con sus inversiones puede tratar de instaurar un proceso, tener algo más de cuidado y evitar asumir riesgos innecesarios. Le dice que podría, por ejemplo, tener una cartera más amplia de inversiones que no estuvieran concentradas en los mismos temas, invertir en índices que replican sectores, estilos o factores más expuestos al ciclo, o incluso combinarlos. Su cartera seguiría siendo arriesgada, pero el riesgo de ruina total sería menor. David no le hace caso.
Unos meses más tarde, David estaba invertido de lleno en una empresa de moda entre algunos inversores famosos por estar superbarata cuando estalla un conflicto bélico internacional cerca de la frontera donde esta tiene sus operaciones. A veces uno de estos conflictos puede hacer que los mercados se tambaleen, pero un sector en concreto se dispare. Con esto quienes están invertidos en él obtienen resultados extraordinarios, por pura suerte, pero este no fue el caso.
Resulta que la empresa estaba superbarata porque también era financieramente inestable, y al poco de estar expuesta a los problemas del conflicto esta quiebra, provocando una pérdida catastrófica a David. Su reputación de genio de las inversiones se ve empañada y se ve obligado a reconsiderar su enfoque de inversión, y su vida. Invertir tiene consecuencias en el mundo real. Este es un ejemplo de un mal proceso que da lugar a un mal resultado. David no tenía proceso, no calculaba riesgos, y al final palmó. Justicia poética.
Por supuesto, esto es solo una historia que me acabo de inventar. El mundo no siempre ofrece justicia poética, no siempre se sabe quienes son los buenos ni estos siempre ganan, y no siempre estás cien por cien seguro de que tu proceso es bueno (aunque si sabes seguro que algunos procesos son malos). Igualmente, podemos ver cómo la comprensión de la distinción entre proceso y resultado te puede ser muy útil como observador de los éxitos o fracasos financieros de otros, evitando que hagas suposiciones injustas sobre la causa de estos.
Comprender la relación entre proceso y resultado también puede ayudarte a evitar juicios precipitados sobre la calidad de tus propios procesos y a aprender de tus errores.
En conclusión, es importante recordar que los buenos resultados no siempre son fruto de buenos procesos, y viceversa. Utilizando el marco propuesto por Mauboussin en More Than You Know, los podrás comprender mejor la relación entre proceso y resultado y tomar decisiones más informadas. La historia de Rubén, Tomás y David sirve como ilustración real de cómo un buen proceso puede conducir a un éxito merecido y cómo evitar un buen proceso puede conducir a la justicia poética.
Como inversores, debemos saber que incluso con un buen proceso en marcha pueden aparecer contratiempos a corto plazo, aunque con este aumentan las posibilidades de lograr buenos resultados. Es importante evitar dejarse llevar por el encanto de las rentabilidades recientes y no dejarse atrapar por el bombo de los retornos extraordinarios, ya que, al final, un buen proceso es lo que garantiza un éxito merecido.
Como imaginarás, en mi cabeza, un buen proceso parte de la comprensión de una de las pocas certezas que tenemos en el mundo de la inversión: Que el ciclo económico es inevitable pero impredecible y que para cada escenario económico y entorno de mercado hay activos y estrategias que se verán necesariamente estructuralmente favorecidas.
Combínalas y vencerás.
Caveat Emptor
Rafael
Valencia, enero de 2023.
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Rafael Ortega Salvador es Gestor de Fondos de Inversión Senior en Andbank WealthManagement SGIIC, entidad supervisada por CNMV donde gestiona los vehículos River Patrimonio FI, River Global FI, MyInvestor Cartera Permanente FI y MyInvestor Cartera Permanente FP.
Estos vehículos pueden estar invertidos en los subyacentes, instrumentos, activos o estrategias mencionados en esta publicación, pero no han tomado posiciones en valores mencionados en los cinco días hábiles bursátiles directamente anteriores ni posteriores a la fecha de publicación original, ni estos suponen más del 5% del patrimonio de ninguno.
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